Una parte del personal administrativo en 1941. De izquierda a derecha: Victor Kugler, Esther, Bep Voskuijl, Pine Wuurman y Miep Gies. El apellido de Esther se desconoce. En 1942 Esthery Pine ya no trabajan en Opekta. Crédito: Anne Frank Stichting, Amsterdam
Otto pone manos a la obra
La ocupación de los Países Bajos implicó las mismas leyes antijudías de Alemania, entre ellas la prohibición de que un judío tuviera un negocio propio.
Por ello, Otto Frank tuvo que ceder -solo en el papel-, el control de Opekta a Victor Kugler, uno de sus colaboradores más cercanos.
Otto intenta obtener visas para trasladarse a Estados Unidos y poner a su familia a salvo; todo se viene abajo con la entrada de los norteamericanos a la guerra en diciembre de 1941, además de que el consulado de Rotterdam, donde presentó su solicitud, es destruido en los bombardeos.
Es en ese momento que Frank se da cuenta que no tendrá otra opción más que esconderse: con la ayuda de sus trabajadores más cercanos, acondiciona un espacio en las instalaciones de su propia empresa.