Ana Frank 12 de junio 1942
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Para alguien como yo es una sensación muy extraña escribir un diario. No solo porque nunca escribí, sino porque me da la impresión de que más adelante ni a mí ni a ninguna otra persona le van a interesar las confidencias de una colegiala de trece años. Pero bueno, en realidad eso no importa, tengo ganas de escribir, y mucho más de desahogarme de una buena vez con respecto a un montón de cosas.

— Ana Frank 12 de junio 1942

Ana en el último curso de la escuela primaria, 1940. Crédito: Anne Frank Stichting, Amsterdam

Un regalo para Ana... y para la humanidad

Una regalo para Ana… y para la humanidad

 

En la mañana de su cumpleaños número 13, Ana recibió un diario de tapa cuadriculada roja.

Desde ese día, éste se convirtió en su más cercano confidente. En él plasma reflexiones, sentimientos y experiencias.

Las primeras entradas del diario hablan de la escuela, sus compañeros de clase y sus amigos.

El tono es feliz y despreocupado. Ana no sabe que pocos días después su vida cambiará por completo.

En las vacaciones de verano Ana se hospeda con los Ledermann en una pensión de Beekbergen, junio 1941. De izquierda a derecha: Ana, Tineke Gatsonides, Sanne y Barbara Ledermann
Crédito: Anne Frank Stichting, Amsterdam